Probamos el Kia Sportage PHEV
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A día de hoy, los híbridos enchufables son los coches más equilibrados en cuanto a polivalencia y cumplimiento de las normas anticontaminación cada vez más duras. Son la manera que tienen las marcas de respetar las reglas y al mismo tiempo de dar al cliente la tranquilidad de no quedarse tirados cuando se agote la batería.
Kia es de las pocas marcas que ofrece todo tipo de propulsores, desde 100% eléctricos, hasta motores diesel, pasando por muestro compañero de esta semana un Kia Sportage híbrido enchufable PHEV, que tiene lo mejor de ambos mundos.
La nueva generación del SUV medio coreano tiene un moderno diseño con un frontal dónde destacan las luces diurnas en forma de boomerang y una gran calandra en nido de abeja. Su diseño musculoso gusta y atrae miradas.
Su interior está caracterizado por la calidad de materiales y ajustes y la fuerte carga tecnológica con dos pantallas de 12,3 pulgadas perfectamente integradas.
Es de los SUV medios más amplios de su segmento con un espacio en las plazas delanteras y unas plazas traseras dónde las cotas son holgadas para las piernas y la cabeza. Obviamente, el pasajero del medio no será el mejor situado, pero no es tan incómoda cómo en alguno de sus rivales directos.
Detrás dispone de respaldo regulable que permite encontrar la posición perfecta. De manera general, los asientos son muy cómodos y ofrecen una correcta sujeción lateral.
El maletero, a pesar de la pérdida de 47 litros debido a la presencia de la batería, propone unos interesantes 540 litros de capacidad, lo que lo convierte en uno de los mejores del segmento, con un umbral de carga relativamente bajo.
En cuanto al sistema de infoentretenimiento y la pantalla táctil, su uso es muy intuitivo, con los menús fácilmente accesibles, aunque no es de los más completos de la actualidad.
Los controles de la climatización o para seleccionar las funciones principales del audio se realizan a través de la pantalla táctil en la consola central, en nuestra opinión es mejor la opción de botenes físicos, ya que de en este caso hay que desviar la vista de la carretera.
El Sportage ofrece una potencia combinada de 265 CV y un par total de 350 Nm. Se compone de un motor gasolina 1.6 de 179 CV y de un motor eléctrico de 91 CV asociado a una batería de 13,8 kWh.
La transmisión es automática de 6 relaciones y la tracción es integral permanente. Es una auténtica tracción integral y no con un eje trasero accionado por el motor eléctrico, como sucede en otras marcas y que limita mucho su uso fuera del asfalto.
Disponemos de modos de tracción con nieve, barro o arena y el control de descenso, pero no es un todoterreno puro y duro. En cambio, sí supone una ventaja para quienes tengan que circular con condiciones de adherencia complicadas.
Sobre firme seco aporta un plus de tracción gracias un reparto de par hacia el eje trasero cuando el eje delantero empieza a detectar algo de deslizamiento.
Esta tracción integral mecánica, sin embargo, también tiene su lado negativo, esencialmente sobre el peso del coche. Entre la transmisión y la batería, el Sportage PHEV pesa 1.905 kg, es decir, unos 250 kg más que la versión híbrida de tracción delantera.
A pesar de una potencia muy elevada sus prestaciones son buenas, pero no deportivas, ya que realiza el 0-100 km/h en 8,2 s, cifra que igualan modelos con muchos caballos y menos peso.
La autonomía en modo eléctrico con una batería de sólo 13,8 kWh ronda los 70 kilómetros en modo 100 % eléctrico, nada mal.
En utilización normal, usando el modo híbrido, dónde el motor de combustión se enciende y se apaga dependiendo de las necesidades de potencia, el consumo está entorno a los 5,5 litros a los 100 kilómetros, una excelente cifra, eso si, cuando le pisamos los consumos rondan los dos dígitos.
A la hora de recargar la batería, la potencia de carga máxima admitida por la batería es de 7,2 kW con lo que en menos de 2 horas la tenemos cargada en un cargador rápido y entorno a 6 horas en un enchufe doméstico.
La autonomía real del coche con una carga eléctrica y la gasolina se sitúa entorno a los 800 kilómetros, algo más si el trayecto es suave y algo menos si hay muchas subidas fuertes.
En marcha es un coche muy equilibrado con una suspensión que hace gala de una puesta a punto en la que prima el confort pero que al mismo tiempo mantiene su aplomo en carretera.
El peso del conjunto obliga a montar muelles duros lo que a baja velocidad y sobre asfalto deteriorado o en ciudad, al pasar sobre baches o juntas de dilatación, por ejemplo, el Sportage tiene reacciones un tanto secas.
En autopista es un gran viajante, cómodo y silencioso, mima a sus ocupantes. En carreteras reviradas se defiende con destreza, a pesar de no ofrecer un tacto deportivo, pero no va nada mal.
La ciudad es un hábitat dónde su mecánica ofrece su mejor versión en cuanto a economía de consumo, pero el tamaño y la mala visibilidad, hacen que no nos encontremos completamente cómodos. Aparcar con las ayudas de estacionamiento es muy sencillo.
Valoración Final
Con un precio de esta versión desde 45.870 euros no es un coche barato, pero es un buen SUV, polivalente, con un buen consumo tanto en carretera cómo en ciudad (cosa de la que por ejemplo el Toyota RAV4 no puede presumir) etiqueta 0 de la DGT, tracción total de verdad y una habitabilidad de primer orden, es una buena opción si os encaja por presupuesto.