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Prueba a fondo Subaru Outback 2.0d Lineartronic.

Subaru es una marca con un currículum intachable en cuando a las capacidades de sus vehículos sobre suelos deslizantes, agua, nieve o hielo, así que nos llevamos una unidad del nuevo Outback automático para comprobar si era una leyenda urbana o no.

Prueba a fondo Subaru Outback 2.0d Lineartronic

Subaru es una marca con un currículum intachable en cuando a las capacidades de sus vehículos sobre suelos deslizantes, agua, nieve o hielo, así que nos llevamos una unidad del nuevo Outback automático para comprobar si era una leyenda urbana o no. El resultado tras 15 días circulando por carreteras nevadas, parkings helados y caminos resbaladizos es que ponemos la mano en el fuego que este sistema de tracción total que monta la firma Japonesa en sus monturas es de los mejores aliados con los que podemos contar a la hora de afrontar superficies resbaladizas, y eso que nosotros lo hemos probado con neumáticos mixtos, unos Yokohama Geolandar, con neumáticos invernales los límites serían infinitos.

Este Outback es el tercer opus de la saga, inventora de lo que hoy se conoce como familiares camperos, fórmula imitada por Volvo con su XC70 primero y sobretodo Audi con sus Allroad, pero también Opel y Volkswagen tienen modelos parecidos. Respecto a todos estos el modelo nipón es sin duda el más recomendable para circular por caminos y montaña, pero al mismo tiempo pocos pueden seguir su ritmo en carretera a pesar de tener más caballos.

Gama
Subaru no tiene grandes ofertas en cuanto a motorizaciones y el Outback es un ejemplo claro, a parte del motor diesel de 150 caballos, disponible en cambio automático de 7 marchas o manual de 6, tenemos un gasolina de 2.5 litros y 173 caballos únicamente disponible con cambio automático. Hay varios niveles de acabado y pocas opciones.

Motor
El revolucionario motor boxer diesel de 2 litros y 150 caballos en este caso se asocia a una caja de cambios de variación contínua con 7 marchas, que hace aún más suave al motor más suave del mercado, pero que le resta algo de deportividad, a la par que le aporta confort de marcha.

El cambio es suave e imperceptible, dispone de 7 relaciones premarcadas que se pueden manejar desde las levas del volante, muy cómodas pero serían perfectas si no giraran con la dirección, como ya sucede con otros modelos.

El motor ofrece un andar alegre y más que suficiente para este tipo de coches, con una veintena de caballos más tendríamos una mejor respuesta al acelerador, pero si nos acostumbramos no es ningún problema.

El consumo es sensiblemente superior a la versión con cambio manual, en este caso se quedó en unos buenos 6,8 litros a los 100 kilómetros, teniendo en cuenta que hicimos más de 1.000 kilómetros, muchos de ellos por puertos de montaña y sobre nieve, el resultado es de nota.

En cuanto a prestaciones no es un relámpago pero si corre lo suyo, con una punta de 195 km/h y 9,7 segundos en pasar de 0 a 100 km/h.

Interior
Subaru no destaca por usar materiales de tacto suave, lo que repercute en la calidad percibida, pero también diré que dentro del coche no se oye una mosca, no hay grillos ni crujidos y otro punto a su favor es la gran cantidad de Subarus con muchos kilómetros y años a sus espaldas que aún circulan a diario por nuestras calles, síntoma del buen hacer de la marca japonesa.

El cuadro de relojes y el salpicadero tienen un diseño sencillo pero cuidado, con una ergonomía perfecta, excepto el botón del ordenador de a bordo, ya que hay que meter la mano a través del volante para pulsarlo.

Las plazas delanteras destilan confort, es la mar de sencillo regularlas y encontrar la posición al volante.

Detrás hay mucho espacio y las cotas son sobradas, hay espacio más que suficiente para piernas y cabeza, viajar tres adultos es posible por anchura pero el pasajero central no irá muy cómodo por la forma del asiento y respaldo y el espacio que roba el túnel de transmisión.

El maletero es capaz y con una boca de acceso grande, con 526 hasta la bandeja ofrece un buen volumen de carga.

Comportamiento
Subaru es deportividad, es seguridad y sobretodo confianza, el Outback va sobre raíles, y eso que lleva neumáticos de perfil alto, pero un buen trabajo de suspensiones y una motricidad excelente nos trasladan a un mundo de sencillez de uso y comportamiento intachable.

La dirección podría ser más directa, pero no debemos olvidarnos que estamos a los mandos de un familiar campero, lo que hace que tenga que ser un vehiculo equilibrado en todo tipo de superficie.

En la ciudad sus casi 4,8 metros penalizan su agilidad, tiene una buena visibilidad y no se muestra torpe, pero no es su mundo.

En autopista estamos a los mandos de un coche suave y rápido, confortable y que nos permite largos trayectos sin apenas cansancio.

Las vías de segundo órden y puertos de montaña se le dan de maravilla, a pesar de que el cambio prioriza el ahorro de consumo con la inserción de marchas largas, no sucede como en otras marcas que hay momentos en que le falta fuelle, en todo momento tenemos poténcia disponible y cambia de marchas sin que lo percibamos.

Sobre nieve tuvimos la oportunidad de hacer entorno a 200 kilómetros pasando varios puertos de montaña, en subida en ningún caso titubeó ni patinó, en bajada y gracias a las levas de volante pudimos mantener velocidades prudentes, teniendo en cuenta lo que pasaba alrededor nuestro, coches patinando, gente poniendo cadenas,.. y nosotros tan panchos con nuestro Subaru.

Valoración Final
Este modelo está disponible desde 37.400 euros, algo más económico que sus rivales, a los que supera en equipamiento, capacidad de tracción y en suavidad, gustará o no, pero es un coche que va como la seda, si lo probáis no lo dudaréis. Para nosotros es de los coches que sabe mal devolver.

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