Probamos el Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV
Hoy pasa por nuestras manos el SUV compacto de Mazda en su versión de acceso, un modelo que es una gran opción frente a sus competidores por su suavidad, calidad de acabado y sobretodo por una insonorización soñada.
La marca nipona hace un tiempo presentó este crossover que es la última creación bajo el aclamado lenguaje de diseño Mazda Kodo (alma del movimiento), que intenta prescindir al máximo de líneas rectas para hacer de este vehículo un organismo con personalidad y vida y no una pieza industrial salida de una fábrica sin personalidad. Es por este motivo que este CX-30 llama mucho la atención.
Este modelo se sitúa por tamaño entre el CX-3 y el CX-5, pero por motivos internos de la marca ha introducido las dos cifras en la parte trasera para no confundirse con el CX-4 que se vende en China.
Mazda es la marca premium más outsider del mundo, ya que a pesar de tener productos de calidad similar a los fabricantes Top Alemanes y Japoneses, no juega con las mismas normas, sus coches embarcan mucha tecnología, acabados de primera, diseño único y atractivo, gran confort y un excelente comportamiento, pero opta por motores atmosféricos, con potencias más terrenales, eficiencia y fiabilidad extraordinarias y precios similares a un modelo de marca generalista. En principio el Coctel es muy atractivo y por eso es una de las marcas que más y mejor crece a nivel mundial, sin hacer mucho ruido.
El Mazda CX-30 tiene un aura diferente, es un modelo que incluso con este motor de 122 caballos, gusta de conducir, es agradable, amable y sobretodo muy equilibrado, con un confort de marcha elevado, pero con un comportamiento entre los mejores, va mejor que la mayoría de SUV y Compactos del mercado, y diréis, qué le ha pagado Mazda a este para alabar tanto a este coche, pues la verdad que nada, me ha gustado, es un coche que si te gusta conducir, lo vas a disfrutar, no por sus prestaciones, sino por cómo va, por cómo se vive de puertas adentro.
Esta versión del CX-30 es es para circular relajadamente y disfrutar a bordo de su ausencia de ruido mecánico o de rodadura.
Pero si tenemos prisa, el chasis es una maravilla y tiene una dirección (dos vueltas y tres cuartos entre topes) que transmite al conductor perfectamente lo que pasa bajo las ruedas delanteras, lo que nos permite practicar una conducción muy dinámica, extrayendo la quintaesencia del propulsor y disfrutar al volante, tanto en carretera revirada, dónde se muestra eficaz y seguro, como en Autopista, dónde podemos mantener cruceros de velocidad nada legales.
Su suspensión firme ayuda a que el paso por curva sea rápido y con un aplomo mucho más cercano y parecido al de un turismo que al de un SUV. Eso sí, si la carretera se rompe mucho, filtra, pero se torna algo incómodo.
En ciudad llama la atención el aislamiento del exterior que tenemos, con la posibilidad de disfrutar del buen equipo de sonido y evadiéndonos del mundanal ruido. Es un coche ágil y que le gusta callejear.
El acceso a las plazas delanteras es muy bueno, porque los asientos no van tan altos como en un SUV tradicional, por lo que entrar o salir resulta muy fácil y cómodo. Detrás es algo más angosto, con un paso de rueda trasero que limita la anchura de la puerta y la caída del techo es tan pronunciada que te obliga a agacharte para no golpearte en la cabeza.
Una vez dentro, acomodado en los asientos traseros, la sensación es genial. Hay espacio más que de sobra para cabeza y piernas. Eso sí, la plaza central es algo más incómoda, algo común entre sus rivales, con un túnel central voluminoso, una butaca peor perfilada para la espalda y escaso sitio para los pies. Disponemos de salidas de aire específicas para esta fila trasera, algo que no equipan muchos de sus rivales.
El maletero es muy decente para su tamaño, con 430 litros, es aprovechable y de formas rectas.
Las plazas delanteras ofrecen una gran sensación de calidad: buenos materiales, superficies acolchadas y ajustes de calidad. Sin nada que envidiar a un Audi, BMW o Mercedes, aunque sin la factura ni la enorme lista de opcionales.
El cuadro de instrumentos dispone de tres relojes y la pantalla central de 8,8 pulgadas flotante encima de la consola central.
Esta versión tope de gama del CX-30 equipa navegador, radio digital, sistema de sonido Bose, reconocimiento de señales de tráfico, control de crucero adaptativo, control de ángulo muerto y detector de tráfico trasero, sistema de asistencia a la frenada, llamada de emergencia automática, airbags de rodilla, aviso de cambio de carril,… es decir, va equipado a tope.
El motor ya he comentado que es suave, sin vibraciones, silencioso pero si le solicitamos marcha, te la regala, aunque nos pide ir alto de vueltas y con un juego constante de marchas.
Bajo el capó se esconde un propulsor gasolina SkyActiv-G de 122 CV. Es un dos litros atmosférico tranquilo a bajas vueltas, pero que se muestra bastante juguetón en la zona media y alta de cuentavueltas.
Dispone de un sistema de microhibridación de 24 voltios que contribuye a reducir el consumo de combustible, recuperando la energía durante las deceleraciones a través de un motor eléctrico que asiste al propulsor principal. Gracia a este ingenio lucimos la pegatina ECO de la DGT en el parabrisas.
El cambio ofrece un tacto excelente, y permite circular a bajas revoluciones, pero hay que jugar con su palanca para tener buenas recuperaciones, algo que personalmente me gusta.
Respecto al consumo, es realmente bajo, ya que por ciudad se mueve sobre lo 7 litros, pero en carretera a velocidades legales, hemos conseguido una media de 5,4 litros a los 100 kilómetros, un dato excelente.
Valoración Final.
Este CX-30 gasolina de 122 caballos es un coche para quienes busquen un vehículo cómodo, equipado y que nos aporte algo más que llevarnos del punto A al punto B, su precio desde 25.000 euros hace que nuestra elección sea mucho más fácil, ya que nos llevamos un SUV compacto premium a precio de ganga, bien equipado y con una fiabilidad a prueba de bomba, si la decisión fuera mía, ya estaría camino del concesionario Mazda más cercano. Es un coche que enamora.