Probamos el Volkswagen Tiguan eHybrid híbrido enchufable
El SUV medio de la marca alemana acaba de estrenar una nueva motorización híbrida enchufable, que le permite luchar de tu a tu con los tenores del segmento.
La nueva mecánica híbrida enchufable es a día de hoy imprescindible para que un SUV de este nivel y tamaño tenga unas buenas ventas y Volkswagen consciente de ello ha volcado todo su saber hacer en esta versión híbrida Eléctrica-Gasolina.
El Tiguan es un coche que gusta, con unas posibilidades de equipamiento impensables para otros modelos parecidos de otras marcas y ahora con una gama de motores muy atractiva.
El último restyling del Tiguan lo ha dotado de una imagen aún más robusta y, en este caso concreto de este R-Line, también más deportiva, con una parrilla más grande, unos paragolpes más agresivos, unas ópticas con tecnología full led más rasgadas y, en general, con un aspecto también más moderno, gracias a la nueva insignia minimalista de la marca.
Con respecto al tamaño, apenas hay cambios: la longitud crece unos milímetros hasta los 4,5 metros y la distancia entre ejes sigue siendo de 2,68 metros.
De puertas adentro la calidad es muy elevada con materiales y ajustes de calidad, además estrena un nuevo volante y nuevos botones táctiles para los mandos de la climatización. En este tope de gama, además, destacan las dos pantallas para instrumentación e infoentretenimiento que permiten muchos modos de visualización y que cuentan con unos gráficos y una respuesta muy buena.
En materia de espacio y ergonomía está entre los mejores. El confort es excelente, con dos dutacas delanteras de buen tamaño que recogen perfectamente nuestra espalda y espacio más que de sobra detrás, con unas buenas cotas y mucha amplitud incluso para tres ocupantes, aunque con una plaza central de mullido algo duro y sin forma.
El maletero pierde algo de capacidad en esta versión, cubica 476 litros, aunque abatiendo los respaldos traseros se puede obtener un volumen superior a 1.500 litros.
El propulsor del Tiguan eHybrid PHEV se compone de un 1.4 TSI de cuatro cilindros y 150 CV y de un motor eléctrico adicional delantero de 116 CV. En total, brindan una potencia conjunta de 245 CV y un par máximo de 400 Nm, lo que nos regala una enorme fuerza en todas las circunstancias. Además, como es habitual, dispone de un selector de modos de conducción para afinar la respuesta a las diferentes situaciones.
Las prestaciones son realmente excelentes con una velocidad punta de 205 Km/h y unos sobresalientes 7,5 segundos pasando de 0 a 100 Km/h.
La transmisión automática DSG de doble embrague y seis marchas envía el par al eje delantero de una forma muy suave y suficientemente rápida, y la batería de 9,2 kWh ofrece una autonomía en modo eléctrico de algo menos de 50 km (depende mucho del trayecto, si hay subidas o queremos ir rápido se reduce mucho). Podemos recargar la batería en menos de 4 horas si recurrimos a una Wallbox de 3,7 kW (o en 5 o más horas si lo enchufamos a una toma de corriente doméstica)
En marcha cómo es habitual apenas carga la batería, nos sirve para que podamos ir más tiempo en inercia y en ciudad disfrutar de un confort acústico muy elevado.
Los consumos registrados durante la prueba se situaron en los 5,7 litros si cargábamos regularmente la batería y entorno a los 7 litros si solo circulábamos con motor térmico con la ayuda puntual del motor eléctrico.
En lo que a comportamiento dinámico se refiere este Tiguan PHEV va francamente bien, solo su primo el Seat Tarraco va igual. En ciudad y en autovía se muestra muy cómodo, y logra un aplomo destacable en curvas a pesar de su elevada tara (1,8 toneladas). Además dispone de una dirección bastante precisa, así como de unos frenos eficaces y de un tacto correcto.
Valoración Final
Este Tiguan es un gran coche, de momento es menos rentable que su hermano de gasoil, pero si cargamos habitualmente, nos moveremos muchos kilómetros sin contaminar y sobretodo a un precio algo más económico que con gasolina. El silencio de marcha y la suavidad son impagables, aunque para acceder a ellos debamos hacer un cheque de entorno a 50.000 euros, a lo que debemos descontar campañas de la marca y ayudas de la administración.