Prueba Volkswagen Polo Sport 1.0 TSI 95 CV DSG7
El rey de los utilitarios crece de tamaño, se refina y embarca más tecnología para seguir siendo el referente de su categoría.
Este sexta generación del Polo se ha desarrollado sobre la plataforma modular MQB-A0 del Grupo Volkswagen, tiene rivales tan duros cómo el Mazda2, SEAT Ibiza, Toyota Yaris, o Opel Corsa, a los que supera en precio y acabados.
Su actualización se ha centrado exteriormente en el frontal y en la parte trasera, inspirándose en los modelos ID del fabricante de Volksburgo.
Al ser un restyling, el nuevo Polo mantiene sus dimensiones con 4.07 metros de longitud, 1.75 metros de anchura y 1.45 metros de altura. La distancia entre ejes es de 2.552 milímetros.
El interior del Polo es dónde mayor evolución notamos ya que ahora integra la instrumentación digital, el sistema multimedia de mayor tamaño, nuevas opciones de conectividad y el climatizador con botones táctiles.
La calidad ha subido varios enteros con mejores ajustes y abundancia de materiales blandos.
Los asientos deportivos tienen un mullido muy cómodo para viajar y ofrecen un gran agarre. Detrás los asientos también son cómodos, aunque la habitabilidad es similar al resto de vehículos del segmento.
Nuestra unidad de pruebas montaba la pantalla Discover Pro (9,2” MIB3), con manejo táctil, compatible con Android Auto y Apple CarPlay y unos menús bastante fáciles de usar.
La climatización bizona, dispone de unos mandos táctiles que no ofrecen la facilidad de uso que tenían los botones o ruedecillas de anteriores generaciones.
El maletero cubica 351 litros, pudiendo ampliar esta capacidad abatiendo la segunda fila de asientos.
El motor probado es el 1.0 TSI de 95 CV combinado con la caja de cambio de doble embrague DSG con siete relaciones. Este propulsor tricilíndrico de aluminio, cuenta con una cilindrada de 999 cm3, dos árboles de levas en la culata, inyección directa, turbo, intercooler y Start/Stop y desarrolla una potencia total de 95 CV (70 kW) entre las 5.000 y las 5.500 rpm.
Su par motor es de 175 Nm disponibles entre 1.600 y 3.500 vueltas, lo que nos regala un funcionamiento elástico y de respuesta bastante inmediata, sin aspiraciones deportivas, pero puede llegar a ser hasta divertido si lo mantenemos a medio régimen.
Las prestaciones son buenas, acelerando de 0 a 100 km en 11,3 segundos y alcanza una velocidad máxima de 187 km/h.
Es un motor suave y no muy ruidoso para ser un tricilíndrico, además su consumo es bastante bueno, con una media durante nuestro test de 5,4 litros a los 100 kilómetros.
En marcha va francamente bien, incluso en carreteras y autopistas, dónde la magia del turbo y la velocidad de transición entre machas del cambio DSG, nos permiten mantener ritmos legales sin problema y con consumos excelentes.
En carretera el Polo reacciona bien a las órdenes del acelerador si no vamos muy cargados ni nos encontramos en pendientes de cierta inclinación. Los adelantamientos y recuperaciones son bastante rápidas y da un buen margen de seguridad.
En ciudad es excepcional, suave, ágil y callejea de maravilla.
Valoración Final
Con un precio de partida de 23.000 euros no es de los más baratos, pero en conjunto es un coche que vale lo que cuesta, por comportamiento, por calidad, por equipamiento, por confort,.. sigue siendo el referente y eso tiene su precio.