El mal necesario que podría salvar el WRC para 2027

En un marco donde se quieren aunar diferentes tipos de carrocería y tipos de tecnología de propulsión, existe una medida polémica y a veces odiada, pero al mismo tiempo efectiva
Con el reglamento de 2027 para el WRC, no es que existan infinitas posibilidades, pero sí muchas más. Se abre la puerta a que compitan coches con carrocería hatchback, sedán, SUV o incluso coches ‘a medida’ no muy diferente de la idea del Grupo B. También se va a crear un marco donde, a priori, deberán convivir coches de combustión interna como hasta ahora, híbridos (con lecciones aprendidas, esperemos, de los Rally1 híbridos) y eléctricos, como hemos visto en el WRX. También con lecciones aprendidas, dicho sea.
¿Cómo se equilibrará todo esto? Buena pregunta… pues hablamos de convivencia de diferentes tecnologías bajo un mismo marco normativo general que debe velar que todas ellas puedan ser competitivas entre sí. Y, como también ocurre en circuitos, es fácil asumir que de entrada habrá una combinación (supongamos, diseño a medida con motor de combustión) que tenga un potencial mucho mayor. En un deporte donde cada marca destina miles de millones de euros, no los van a destinar a perder.
Añadamos, además, que el WRC sufre de un gran problema de retorno de inversión, agravado por el hecho de que las grandes marcas construyen y desmontan en cada evento un enorme motorhome, a veces en zonas recónditas, mientras que en circuitos todo está más centralizado. En el Mundial de Resistencia también se sufre de un limitado retorno de inversión – en definitiva, existe en todas las competiciones menos Fórmula 1 y MotoGP, por eso podrían, en teoría, funcionar con muy pocas limitaciones.
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