El automovilismo vive de mitos. Y Lancia, claramente, es uno de ellos. Se trata de la firma más laureada en la historia de los rallies, con siete coronas de constructores (seis de ellas consecutivas, entre 1987 y 1992); y lo que es más: un repertorio de coches (Lancia Stratos, Lancia 037, Lancia Delta S4, Lancia Delta Integrale) que evocan por sí solos la era dorada de este deporte.

Desde los años 80, la escuadra Lancia Martini se imbuyó de una aureola romántica, puramente italiana, que la instituyó en la Ferrari de la especialidad, hasta que, a mediados de los 90, aquel fulgor, poco a poco, fue apagándose. Pero toda esa tradición está volviendo a coger color tres décadas después, con el renacimiento de una compañía –encuadrada ahora en Stellantis– que pretende resurgir en base a lo que siempre fue: un auténtico emblema de la competición.

Es por eso que Lancia Corse ha empezado a operar de nuevo, para hacer realidad el proyecto que está reactivando el alma carrerista de Lancia: el Ypsilon Rally4. Un coche escuela bautizado con las míticas siglas HF, que se han desempolvado también (junto al icónico elefante del pasado) para designar a los modelos más deportivos de esta nueva Lancia, en la que Miki Biasion –doble campeón cuando Carlos Sainz llegó al Mundial– está desempeñando un papel fundamental.

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