Probamos el Mazda CX-5 2.5 SKYACTIV-G AWD
El CX-5 es sin duda el SUV más atractivo de la actualidad, dónde todos se parecen entre ellos, y la marca de Hiroshima no se limita a copiar, diseña coches para que sean disfrutados muchos años, no simples electrodomésticos de buen funcionamiento.
El frontal del Mazda CX-5 se distingue por las ópticas Full Led con una calandra muy personal y un morro muy afilado. La silueta está marcada por las nuevas llantas de 19 pulgadas. La trasera disfruta de unas formas angulosas con ópticas Led.
El motor SKYACTIV-G, gasolina) de 2.5 litros atmosférico y de cuatro cilindros desarrolla 194 CV y 258 Nm de par. Es menos reactivo a bajas vueltas que un motor turbo de poténcia similar, sin embargo no es perezoso y a medio régimen mueve muy bien los casi 1.600 kg del CX-5.
Su caja automática de 6 velocidades es suave, no perezosa, pero si tranquila, no le gustan las grandes aceleraciones, pero si los ritmos movidos. Si queremos una respuesta más dinámica tenemos el botón Sport, que cambia la lógica del cambio y permite estirar más las marchas, lo que se traduce en una buena respuesta en todas las situaciones
Este modelo equipa la eficaz tracción total de la marca, un sistema de eje trasero desconectable que se conecta si el tren delantero resbala.
El consumo es muy sensible al uso del acelerador, desde los 6,5 litros a los 100 en conducción relajada, hasta los 9 litros si nos movemos con prisa.
Las prestaciones son buenas, con una punta de 195 Km/h y pasando de 0 a 100 Km/h en 9,2 segundos.
En movimiento es un coche que enamora por su suavidad y silencio de marcha, está a la altura de los mejores modelos de las marcas premium, es una maravilla. No por eso nos impide ir rápido en zonas viradas, ya que su suspensión filtra muy bien las irregularidades, pero también sostiene excelentemente la carrocería en las curvas otorgando un paso por curva ágil y seguro.
En autopista es pura seda, va francamente muy bien, mantiene los cruceros legales sin problema y ofrece un confort de marcha excepcional, sin cansancio aunque hagamos miles de kilómetros.
Fuera del asfalto su altura libre de 192 mm nos permite circular por caminos en buen estado y sus neumáticos mixtos ofrecen una capacidad de tracción superior a la de sus rivales europeos, que montan neumáticos asfálticos. No nos permitirá hacer una trialera, pero si llegaremos con solvencia mucho más lejos de lo que pensamos.
Su dirección es suave, lo que facilita el estacionar, maniobras y callejear en la ciudad.
De puertas adentro ofrece un diseño sencillo, muy japonés, con materiales de calidad y un buen equipamiento, con asientos de cuero, calefactados y ventilados, techo solar, sistema multimedia con la pantalla de siete pulgadas, de uso rápido, intuitivo y sencillo, control de crucero adaptativo, limitador de velocidad, sensores de aparcamiento, cámara de marcha atrás, climatizador bizona o ajuste eléctrico de los asientos delanteros.
La habitabilidad es generosa, con mucho espacio tanto delante cómo atrás, además los asientos siguen la tónica general y ofrecen un buen confort.
El maletero es lo menos sobresaliente, sus 477 litros son correctos pero inferiores a alguno es de sus competidores. Si plegamos los asientos traseros tenemos 1.620 útiles litros.
Valoración Final
Este acabado se enfila hasta los 38.000 euros y sin duda los vale, aunque debemos pensar que hay un CX-5 ya bien equipado desde 24.000 euros. En el caso de la versión hoy probada, es sencillamente la mejor opción para aquellos que busquen un coche completamente equipado, suave, rápido y con tracción total, un coche que nos llevará a cualquier sitio sin inmutarse. Es sin duda uno de los coches más cómodos y silenciosos de cuantos han pasado por nuestras manos.
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