El resultado es engañoso. Fernando Alonso terminó en 11ª plaza el Gran Premio de la Emilia Romagna, en la locura de Ímola. Porque el español nos recordó unas sensaciones que parecían olvidadas. Las de lanzarse en la salida a los mejores, las de pelear con un coche inferior al del resto y amarrar una buena posición final tras un inicio de campeonato que solo igualaban sus etapas en Minardi… o las del drama total de McLaren-Honda.

Pero el balance sigue a cero puntos. Con los debutantes Lawson, Bortoleto, Doohan o ahora Colapinto. Faltó la parada con el coche de seguridad virtual, pero Aston Martin no acertó. Cosa que Carlos Sainz sí hizo y le sirve para ampliar su cuenta con un Williams que sigue creciendo.

¡Pero Verstappen!
Max Verstappen. Ya había dejado claro que si peleaba o ganaba el Mundial contra una McLaren tan dominante, era para catalogarle en una dimensión histórica. Pues en Ímola construyó otro monumento. Lo cimentó con un adelantamiento salvaje en la salida al ‘dormido’ Piastri y certificando el éxito con inteligencia.

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