Una de las frases más icónicas de la carrera de Fernando Alonso fue aquella de “ahora podemos pelear” que lanzó tras un Gran Premio de Australia con McLaren. No se trasladó a la realidad posteriormente, pero era la prueba de que la ambición del ovetense va mucho más allá de un resultado final ‘top’ en la Fórmula 1. Está en el día a día, en el culto de todas las carreras y lucha por el máximo. Ya ha llovido mucho desde entonces, ni el Alonso de 2025 es el mismo ni los rendimientos, pero con los primeros puntos del Gran Premio de España volvió a la cabeza. El Alonso de la pelea había vuelto. Y Aston Martin resucitaba, al fin. Premio a la persistencia.

Aston Martin devolvió al AMR25 a la vida. Rompió con aquellos capítulos de drama y tragedia, cada vez más incipientes, vividos entre la segunda parte de 2023 -salvada por la genialidad del mismo de siempre- y un 2024 donde cada mejora significaba empeorar. Ahora, con una mentalidad diferente, sabiendo que lo que llegaba era bueno y bajo el ‘efecto’ Adrian Newey todo ha cambiado. El coche no es el segundo tras Red Bull como en el inicio de hace un par de cursos, pero es uno que permite competir. Y con eso hay mucho ganado.

Newey es, obviamente, una noticia que ayudó. Nadie sabe qué influencia real alcanza, pero si existen esas reuniones tras la comida o las imágenes de la libreta mientras vigilaba el MCL-39 de McLaren, es un paso diferente, seguro y que quizá sirva para afianzar la línea de trabajo del futuro. Con un presente de otro tono al del inicio de campaña.

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