La versión que pasa por nuestras manos es sencillamente la más redonda de las que se comercializan a día de hoy, ya que disponemos de un potente diésel TDI de seis cilindros en V y 3.0 litros de cilindrada, con 218 caballos, cambio de doble embrague S-Tronic y tracción total Quattro.

El motor de 6 cilindros es una delicia por suavidad y silencio de marcha, además su caballería le permite rodar a ritmos muy bajos de vueltas, pero al mismo tiempo reaccionar con prontitud a las solicitudes del acelerador. La caja de cambios S-Tronic de doble embrague con siete relaciones tiene un escalado excepcional. Los cambios de marcha son muy rápidos, casi imperceptibles.

Las prestaciones son muy elevadas con una velocidad punta de 239 Km/h y un rápido paso de 0 a 100 Km/h en tan solo 6,8 segundos.

En cuanto al consumo, la cifra es muy buena teniendo en cuenta que el motor debe mover una masa de 2 toneladas y que disfrutamos de unas prestaciones sobresalientes, en nuestro caso se conformó con 7,1 litros a los 100 Kilómetros.

La unidad probada equipaba el Audi Drive Select, suspensión neumática autoadaptativa, un costoso extra que ofrece diversos modos de conducción: Efficiency, Confort, Auto, Dynamic y personalizado. Este actúa sobre el acelerador, el cambio, la dirección y la suspensión y las diferencias se aprecian.

En marcha es un coche muy grande, la ciudad se nos hace pequeña, tanto por anchura como por longitud, además la posición de conducción baja impide una buena visión del tráfico. Aparcar, a pesar del tamaño no es complicado, ya que disponemos de muchas ayudas, como la cámara de visión trasera, sensores de proximidad perimetrales y también el Park Assist, que funciona tanto en línea como en batería en huecos bastante pequeños.

Una vez en carretera el confort es inmejorable. Viajamos en total silencio y la sensación de velocidad es mínima incluso a velocidades que podemos considerar nada legales. El mayor ruido es el de rodadura, culpa de los enormes neumáticos de 265/35 R20 que montaba el coche.

Las carreteras viradas no son su mejor hábitat, es muy torpe con incómodas transferencias de peso y los balanceos de la carrocería. A pesar de la tracción total y de la suspensión adaptativa, en vías secundarias no nos sentiremos cómodos, he de reconocer que es el primer Audi con el que nos pasa.

El interior es digno de un Señor Ministro, materiales nobles, mucho espacio, confort increíble, diseño muy trabajado y ambiente de lujo.

El diseño es similar al de otros modelos de la gama del fabricante germano, pero con mayores detalles de lujo y exclusividad.

Cuando nos sentamos al volante, ponemos el asiento en la posición correcta en un plis plas, notamos que a pesar del adecuado mullido y el tamaño de las butacas, estas sujetan a nuestro cuerpo perfectamente.

El A7 Sportback equipaba un excepcional equipo de sonido que se maneja desde la pantalla central con el mando MMI, muy intuitivo y de gran calidad. Esta pantalla también incluye múltiples ajustes del vehiculo, como presión de ruedas, la suspensión o niveles de aceite.

Detrás a pesar de que el acceso es algo angosto por culpa de la caída de la parte trasera del coche, una vez dentro disponemos de un gran espacio, pensado para dos ocupantes, con una tercera plaza para ocasiones excepcionales, ya que no disfruta ni de lejos del confort de las otras dos plazas.

El maletero es ancho y profundo, con 535 litros hasta la bandeja, pero ampliable considerablemente gracias al plegado de los asientos traseros.

Valoración Final

Este es el primer Audi que no me quedaría, no porqué no sea un gran coche, sino porqué personalmente valoro mucho el comportamiento en zonas viradas y ciudad y en este caso estamos delante de un coche viajero, pero que prefiere las autopistas a las carreteras locales. Su precio desde 67.530 euros está en lo esperado para un vehiculo digno de un político de rango, su lista de opcionales también. Si buscas un coche para hacer largos viajes por autopista, te encantará, es lo más parecido a un Tren de Alta Velocidad que existe.