Este número no es una medida arbitraria, sino que es obtenida mediante una escala que permite medir la resistencia que presentará ese combustible a la detonación mediante el proceso de combustión (en el cual es mezclado con el aire y comprimido dentro del cilindro)

Esta medida indica una proporcionalidad inversa, es decir que a mayor número de octanaje menor será la resistencia a la combustión, obteniendo así un mayor rendimiento de la mezcla y, por ende, un mayor aprovechamiento del combustible.

La utilización de un combustible con octanaje superior no genera un daño al motor, pero tampoco genera un beneficio, ya que lo unico que variará es la resistencia a la combustión, que no incide en su funcionamiento.

Para que el motor pueda “aprovechar” este combustible es necesario realizar una modificación en la relación de compresión, la cual incrementándose logrará un aumento del rendimiento.

En el mercado Español, hay tres tipos de gasolina, la de 91 octanoc, conocida como Gasolina con Plomo, ya en desuso y la Gasolina Sin Plomo de 95 y 98 Octanos. En competición se llega a octanajes de más de 100.